domingo, 13 de marzo de 2011
Charlas de bar ¡Joder!
—¿Vas a comprar otra moto?—, me pregunta mientras miro el reloj que cuelga en la pared 10 y algo de la mañana, mi tercer café, ¡Joder!, tengo que bajar el ritmo o mi hígado lo lamentara, vuelvo a ver a mi interlocutor, paseando mi mirada desde su copita de "vitaminas" a su vidriosa mirada, ¡Joder!, vuelvo a mirar el reloj antes de responder, 10:23, quizá el café no es tan malo.
—Si, ¿desde cuando bebes licor de hiervas?— escapa de mis labio como saeta disparada de un ballesta y ¡joder!, bocón, (saben soy de esa gente que tiene incontinencia verbal y todavía más puntería).
—Desde hace mas de 26 años—, dice con una sonrisa de triunfo o ebriedad en lo labios, no lo se y agrega,— ¿no te parece tonto?
—No, —contesto, sin reflexionarlo y encogiendo me de hombros ¡Joder!, dolor... Fuerzo una sonrisa y agrego,— me gustan.
De esto hace ya algún tiempo, la respuesta es la misma, supongo que ahí se ven dos ejemplos, de los que se podrían citar miles, desde la gente con cascos a todo volumen (y no me estoy refiriendo a polis, ni milicos, ni motokeros, si no, esos de los audífonos) y seguramente esta lista podría ser simplemente infinita, ¡Joder!, y pensar que solemos ser nuestros peores enemigos. Incluso a escala planetaria, ¡JODER!
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